Fernando Botero

Juan Miguel Bonilla
Fernando Botero

El pintor y escultor colombiano Fernando botero Angulo es, sin lugar a dudas, uno de los grandes artistas hispanoamericanos de todos los tiempos. La fama de su singular obra se extiende por todo el mundo; muchas ciudades de América, Europa y Asia atesoran sus obras en museos, calles y parques: Nueva York, el Vaticano, Viena, Moscú, Barcelona, Singapur, Hiroshima… Varios de los principales centros culturales del mundo han rendido homenaje a uno de los grandes maestros latinoamericanos del arte actual, que se destaca por la voluptuosidad de sus figuras en las más variadas escenas pictóricas, además de sus esculturas que siguen la misma temática.

Breve biografía del pintor Fernando Botero

Nacido en la ciudad de Medellín el 14 de abril de 1932, en su juventud Botero ya tenía claro que lo suyo iba por el arte, pue tan sólo con 19 años ya tuvo su primera exposición en Bogotá en la Galería Leo Matiz, con varios dibujos, acuarelas y caudros, viajando luego de ello a Tolú, en la costa caribe. Allí, realiza algunas obras entre las que destacó el óleo Frente al Mar, que logró reconocimiento en el IX Salón Anual de Artistas Colombianos.

Con algo de experiencia ya en el mundo artístico, viajó a Europa, asistiendo un corto tiempo en la Academia de San Fernando en Madrid y en la de San Marcos en Florencia, sin embargo, se considera que su aprendizaje fue de tipo más bien autodidacta, invirtiendo mucho tiempo en practicar la pintura, visitar museos y leer libros del tema.

Por allá por 1956, Botero se radica en México en donde es influenciado por los muralistas mexicanos y el arte precolombino, descubriendo una indentidad latinoamericana muy marcada en esas obras. Combina esta influencia con el Renacimiento Italiano, lo cual con el tiempo va poco a poco dando espacio a figuras cada vez más gordas y ensanchadas, coupando gran parte del lienzo.

A partir de 1959 realiza una serie de obras tributo a grandes maestros de la pintura universal, destacando sus obras Mona Lisa a los doce años (1959) o Autorretrato según Velázquez (1986). Con solo 26 años se le otorga el puesto de profesor de pintura en la Escuela de Bellas Artes de la Universidad Nacional de Bogotá, y entre 1961 y 1973 se radica en Nueva York, para luego fijar su residencia en París.

En este periodo comienza su faceta de escultor, usando materiales como mármol, bronce y resina fundida para dar Vida a temáticas relacionadas con animales y figuras de gran voluptuosidad. Entre sus esculturas destacamos a Perro, 1981; Soldado romano, 1986 y Mujer a caballo, 1991.

El secreto de su éxito radica en dos cosas esenciales: primero, en haber construido un lenguaje artístico muy personal, inconfundible; segundo, el haber dado con la clave de una pintura aparentemente sencilla pero sorprendente, que llama la atención del gran público.

Te invitamos pues a que te sumerjas con nosotros en ocho de las pinturas más famosas de Fernando Botero y sus nombres; y de paso, a descubrir los secretos del éxito de este artista colombiano universal, que sin duda ha creado muchas de las pinturas y obras de artemás importantes del mundo.

Una familia (1972)

Los 2.080.268 dólares que se pagaron en mayo del 2011 por este cuadro en la prestigiosa casa de subastas Sotheby´s de Nueva York hicieron que este lienzo pintado por Botero, allá por el año 1972, diera la vuelta al mundo a través de muchísimos medios de comunicación, convirtiéndose en una de las obras más cotizadas hasta ahora del artista colombiano.

Considerado por muchos entendidos como uno de sus mejores trabajos, en el cuadro podemos resumir perfectamente las características esenciales de su inconfundible estilo personal: colores vivos e intensos que se combinan con formas agrandadas que aumentan vertiginosamente el volumen de los cuerpos de las personas y de los objetos. Es el triunfo del color y de las líneas curvas que dotan a las obras de Botero de una gran fuerza y sensualidad, al mismo tiempo que transmiten al observador una clara sensación de tridimensionalidad de las figuras.

Los Músicos (1979)

Esta obra fue subastada por la prestigiosa casa Christie’s de Nueva York el 23 de mayo de 2006 por valor de 2.032.000 dólares, convirtiéndose en aquel momento en una de las obras mas reconocidas y mejor cotizadas en el mundo.

Creada en 1979, se trata de un óleo sobre lienzo que representa una escena costumbrista de su Colombia natal, una fiesta amenizada por nueve músicos con diferentes instrumentos. Fue portada del catálogo de la primera exposición retrospectiva que realizó Botero en Estados Unidos, concretamente en el Hirshhorn Museum de Washington.

Este óleo es un ejemplo claro de la idea de Belleza del pintor Botero; para él la belleza es la ausencia de defectos. Por eso, sus cuadros no tienen sombras acusadas porque según el artista manchan el color, que es el elemento primordial de su obra. Por tanto, en sus cuadros la luz nace del propio color de las formas, no de un foco exterior que proyectaría sombras sobre las mismas.

Escena familiar (1969)

Nos encontramos ante otra de las pinturas más conocidas del artista colombiano; este óleo sobre lienzo pertenece a una serie de retratos familiares –La familia presidencial, La familia Pinzón…- que han sido clave en la trayectoria pictórica del artista. De hecho la familia ha sido un tema central en la obra de Botero en el que ha radiografiado la idiosincrasia de la clase media colombiana.

Este cuadro nos servirá para ilustrar otra característica de su obra: la atemporalidad. Si viéramos los diferentes retratos familiares anteriores y posteriores a este lienzo de 1969, veríamos que los personajes de sus cuadros reproducen unos atuendos y unas maneras propias de los años cuarenta o cincuenta del siglo XX, aunque la obra se realice veinte o treinta años después. No desentonan porque el autor no busca recrear una época concreta sino un concepto, donde sus figuras son simbólicas porque representan unas ideas que van más allá del tiempo.

Los jugadores de cartas II (1989)

Esta obra se inspira en la famosa obra de Paul Cézanne (1839-1906), Jugadores de cartas. La partida que el postimpresionista francés sitúa en una solitaria mesa de un café parisino entre dos tristes personajes, Botero la convierte en un acto festivo dentro de un burdel de la Colombia de mediados del siglo XX.

Como hará con Velázquez, Manet o Mantegna, Botero toma de referencia las obras de los grandes pintores y las reinterpreta dándoles un nuevo significado acorde con su forma de ver el arte y la vida, construyendo no copias, sino obras totalmente nuevas. Ésta es una de las mejores virtudes del artista colombiano, otro de los rasgos que le ha llevado a ser uno de los grandes genios actuales del arte.

El domingo por la tarde (1967)

La escena que Botero representa en este cuadro refleja muy bien el profundo conocimiento que posee del arte universal. Elartista colombiano ha sido un gran estudioso de los grandes movimientos pictóricos, del alma y motivaciones de los mismos; ello le ha servido para tener las herramientas necesarias para construir su lenguaje artístico tan personal.

El domingo por la tarde refleja, aparentemente, una escena habitual y corriente extraída de la realidad: una familia se divierte en el campo. Sin embargo, a través del engrandecimiento del volumen de los personajes y el tratamiento del Paisaje que los envuelve, Botero crea una escena irreal que parece extraída de un sueño, sensación que aumenta con la presencia absurda del soldado del fondo. Este guiño a la pintura surrealista representa muy bien una idea central y constante en la obra pictórica del artista colombiano: la transmisión de símbolos, de ideas, de sensaciones no de realidades concretas ni temporales.

La casa de las gemelas Arias (1973)

Durante mucho tiempo, este cuadro de Botero ostentó el record de ser el más caro de su obra, gracias a los 1.400.000 dólares que se ofrecieron por él en la casa Sotheby´s el 23 de noviembre de 1992. Dicho récord no sería batido hasta mayo de 2003, fecha en la cual Los Músicos fue subastada por 2.032.000 dólares.

El cuadro representa la habitación de un burdel de la Colombia de mediados del siglo XX. La genialidad de Botero radica en ser un cronista de la realidad social de su país, incluso de sus problemas, pero sin dramatismos ni violencias. Salvo en series como la colección titulada El dolor de Colombia o la que retrata las torturas de la cárcel de Abu Ghraib, en las que el dolor y la violencia aparecen representadas más crudamente, las obras de Botero retratan la sociedad con tonos suaves. Ello lo logra formalmente a través de la viveza y luz de sus colores, la Actitud de sus personajes y la construcción formal de sus cuadros, donde se dibuja claramente un eje central donde convergen todas las líneas compositivas, proporcionando una sensación de equilibrio y de tranquilidad a las escenas. Esa es sin dudas una de las obras de arte colombianas más famosas y representativas.

Le déjeuner sur L´Herbe (1969)

Almuerzo sobre la hierba es otro ejemplo de reinterpretación libre y muy personal por parte de Fernando Botero de las grandes obras del arte universal. En este caso se trata del cuadro homónimo de Manet, precursor del Impresionismo. Si en el siglo XIX el cuadro de Manet marcó un antes y un después en la forma de expresión de la pintura artística así como en sus técnicas, este cuadro de Botero marcó también un punto de inflexión muy importante en su vida como pintor.

Con “Le déjeuner sur L´Herbe”, Botero puso los cimientos de su original e inconfundible estilo personal. Justamente con esta obra de 1969, Botero fue dejando atrás su inicial lenguaje de figuras planas y cuadradas y fue optando cada vez con mayor  fuerza por las formas más redondeadas y con volumen. Al mismo tiempo, los toques de sombra que aparecían en sus obras anteriores fueron desapareciendo bajo la luz de los vivos colores de su paleta. Finalmente la pincelada suelta y abierta que habían caracterizado sus obras años antes, empezó a ser sustituida por pinceladas más cerradas que delimitaban más claramente los contornos de las figuras.

Los amantes (1969)

Fernando Botero encontró en el arte italiano del Renacimiento buena parte de las claves fundamentales para su peculiar estilo pictórico. Ello se ve claramente en Los Amantes en tres aspectos: la monumentalidad de las figuras, la concepción del cuerpo femenino y la perspectiva utilizada.

El arte de Botero engrandece el tamaño de sus figuras humanas, dándoles una tridimensionalidad escultórica que recuerda a autores como Piero della Francesca o Ucello. Al mismo tiempo, las formas tan voluminosas de la mujer de Los Amantes tienen sus reminiscencias en Tiziano, Miguel Ángel o en el pintor barroco Rubens.

Finalmente, el acusado contraste de perspectiva que observamos en el cuadro es un recurso habitual en la pintura renacentista, que en el caso de Botero tiene un alcance simbólico: dar una sensación de irrealidad y de misterio a la obra. La empequeñecida figura del varón dormido le hace más parecido a un niño que duerme tranquilo o a un hombre que está soñando con una especie de diosa o figura irreal.

La genialidad de Fernando Botero radica en la definición de un lenguaje expresivo muy personal, inconfundible, que le ha servido para crear formas artísticas originales, con sello propio, donde lo real se funde con lo irreal con el Objetivo de transmitir al público de sus obras todo tipo de sensaciones.

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Cómo citar: Juan Miguel Bonilla, (s.f.). "Fernando Botero". En: Midiccionario.com. Disponible en: https://www.midiccionario.com/fernando-botero Consultado: 2023-03-06 10:25:33.
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